sapoliso
23/07/2013, 15h56
Tras la contratación por parte del Barça del técnico argentino Gerardo "Tata" Martino no han tardado en salir las voces que, ahondando en la cantinela que llevan ya bastante tiempo pregonando, vienen a decir que Leo Messi es una especie de dictadorzuelo que sólo mira por su bien y que además, dicen, consigue que todo el club gire en torno a sus opiniones.
Los creadores de esta nueva forma de atizar al Barça (que es el fin supremo) han entrado en una fase de precariedad argumental que es realmente preocupante. Si uno es capaz de abstraer el mensaje que lanza el madridismo y reducirlo a una simple frase se llega a la conclusión de que para la prensa de la capital del reino lo correcto hubiera sido que el Barça hubiera desoído la opinión de Messi, que hoy por hoy es el mejor jugador del Barça y, quizá, que hubiera traído a un entrenador que se llevara a matar con el astro argentino.
Que ésto es una burda intentona de aprendices de contertulios (algunos de los cuáles, felizmente, desaparecerán de las televisiones arrastrados por el cierre de Marca TV ) queda claramente de manifiesto cuando uno compara cuál es la visión del personal con otros personajes de su historia.
Messi no puede, si lo hiciera, imponer sus opiniones. Así, Messi debe de ver, oír, jugar y golear. Esta cuestión contrasta con la visión que se tiene desde el madridismo de la figura de Di Stéfano. Para la prensa afín al Real Madrid el puño de hierro con el que la Saeta Rubia gobernaba el vestuario del Real Madrid era una muestra de gallardía, liderazgo y, también, prueba de ser un grande, un líder, un totem ineludible. También, los episodios racistas como el que ocurrió supuestamente con Didí, son perfumados, edulcorados y vestidos con el manto de la capacidad de liderazgo del presidente de honor del Real Madrid.
El tema de la capacidad de liderazgo, en este caso, saltaría de nuevo a la palestra si consideramos que durante años han considerado que Messi era un excepcional jugador (pero al que no pegaban como a Cristiano, ojo) pero que no era un líder dentro del campo como lo era Maradona, jugador con el que siempre se le ha comparado. Como se puede comprobar, la veleta está ya más que mareada y la única explicación a tanto vaivén argumental sólo se sostiene con una idea: la consigna es tirar mierda.
Messi deber saber, en definitiva, ser líder sin ser un dictador y tener personalidad sin atropellar a nadie. Messi debe ser, pues, blanco y negro a la vez.
Los creadores de esta nueva forma de atizar al Barça (que es el fin supremo) han entrado en una fase de precariedad argumental que es realmente preocupante. Si uno es capaz de abstraer el mensaje que lanza el madridismo y reducirlo a una simple frase se llega a la conclusión de que para la prensa de la capital del reino lo correcto hubiera sido que el Barça hubiera desoído la opinión de Messi, que hoy por hoy es el mejor jugador del Barça y, quizá, que hubiera traído a un entrenador que se llevara a matar con el astro argentino.
Que ésto es una burda intentona de aprendices de contertulios (algunos de los cuáles, felizmente, desaparecerán de las televisiones arrastrados por el cierre de Marca TV ) queda claramente de manifiesto cuando uno compara cuál es la visión del personal con otros personajes de su historia.
Messi no puede, si lo hiciera, imponer sus opiniones. Así, Messi debe de ver, oír, jugar y golear. Esta cuestión contrasta con la visión que se tiene desde el madridismo de la figura de Di Stéfano. Para la prensa afín al Real Madrid el puño de hierro con el que la Saeta Rubia gobernaba el vestuario del Real Madrid era una muestra de gallardía, liderazgo y, también, prueba de ser un grande, un líder, un totem ineludible. También, los episodios racistas como el que ocurrió supuestamente con Didí, son perfumados, edulcorados y vestidos con el manto de la capacidad de liderazgo del presidente de honor del Real Madrid.
El tema de la capacidad de liderazgo, en este caso, saltaría de nuevo a la palestra si consideramos que durante años han considerado que Messi era un excepcional jugador (pero al que no pegaban como a Cristiano, ojo) pero que no era un líder dentro del campo como lo era Maradona, jugador con el que siempre se le ha comparado. Como se puede comprobar, la veleta está ya más que mareada y la única explicación a tanto vaivén argumental sólo se sostiene con una idea: la consigna es tirar mierda.
Messi deber saber, en definitiva, ser líder sin ser un dictador y tener personalidad sin atropellar a nadie. Messi debe ser, pues, blanco y negro a la vez.