Eliminatoria cuesta arriba porque el Celta no fue el Celta. Fue un sucedáneo de equipo ante un Manchester United que se dedicó a defenderse con orden y a contragolpear con mucho peligro. El tanto de Rushford hizo justicia a los méritos de cada equipo.

El Celta salió al campo tomando excesivas precauciones. La presencia enfrente del Manchester United invitó a poner en práctica la táctica de nadar y guardar la ropa para no perder la eliminatoria en casa. Una decisión que descolocó a los jugadores de Berizzo, acostumbrados a jugar sin cadena, presionando, con las lineas adelantadas y manejando el balón en el campo contrario.
Con este guión, el Manchester se sintió muy cómodo. Los equipos de Mourinho saben desenvolverse con suficiencia en partidos trabados, con escaso ritmo y muy propicios para montar un contragolpe. El miedo, el temor y la responsabilidad hicieron el resto. De hecho, el mejor jugador del Celta fue su portero. Sergio hizo posible que se llegase al descanso con empate a cero gracias a sus intervenciones a Rushforf.
Tuvo su oportunidad Wass en la primera aproximación del Celta pero su remate, solo y sin oposición, de cabeza salió muy desviado. Después no hubo noticias en ataque. Tuvo demasiado respeto al rival y eso se suele pasar caro. Nadie sabe qué habría sucedido si Berizzo hubiese planteado un partido más suelto, sin ataduras para sus centrocampistas, más pendientes de defender que de hilvanar jugadas.
El Manchester sacó petróleo del tomar local en una acción parado en la segunda parte. En una falta en la frontal, Rushford lanzó una falta de manera magistral, que se vio beneficiada por el paso lateral de Sergio hacia el palo contrario. El tanto (m. 67) mató al Celta y apenas si supo y pudo generar alguna ocasión para igualar un partido que representa más de media eliminatoria. Quedan 90 minutos en Old Trafford pero la empresa se antoja bastante compleja si mantiene la misma imagen ofrecida en Balaídos.