El Barcelona se paseó en Granada en un partido muy serio, liderado por Iván Rakitic. Funcionó el sistema ofensivo y Ochoa evitó una goleada de escándalo.

Comenzó bien el Barcelona. Dejó aparcada la pereza de otras tardes ante rivales de menor calado y se hizo dueño del partido en un abrir y cerrar de ojos. La ausencia de Messi y el triunfo del Madrid ante el Alavés concedieron al choque un valor añadido y un puñado de responsabilidad a los que estaban sobre el césped. Luis Enrique suplió la sanción de Messi con Rafinha por detrás de los puntas. Un invento que apenas duró un cuarto de hora porque el brasileño se lesionó.
Luis Enrique movió ficha y metió a Paco Alcácer. El dominio del Barcelona fue absoluto y las ocasiones se fueron sucediendo. Ochoa se convirtió en el hombre del primer tiempo, pero no puso salvar el tercer mano a mano con Luis Suárez. Se imponía la lógica. En la segunda parte, el Granada le puso algo de emoción en un desajuste defensivo y Boga empató a los cinco minutos de la reanudación.
Fue un espejismo este tanto porque el Barcelona no levantó el pie del acelerador. Alcácer rompió el equilibrio después de un buen pase de Luis Suárez y se esfumó la remontada. Rakitic y Neymar cerraron una goleada que se veía venir desde el principio. Este triunfo le sirve al Barcelona para mantener la persecución con el Real Madrid y para recuperar el tono físico de algunos jugadores que semanas atrás desprendían otras sensaciones menos positivas.